jueves, 18 de diciembre de 2008

El error en el proceso enseñanza-aprendizaje

En el presente artículo se aborda el tema del error en el proceso de enseñanza y aprendizaje, como un elemento de gran importancia para la regulación y la autorregulación de este proceso, entregando al error un nuevo estatus que permita al profesor y alumno divisarlo ya no punitivamente, sino más bien como herramienta útil para el proceso que se persigue.

El error es tan antiguo como la enseñanza misma. A pesar de esto, nos encontramos a lo largo de nuestra existencia con el error lo cual procede cuando hacemos algo, por lo tanto, dejan de equivocarse los que no hacen nada.
A pesar de lo anterior, al interior de las aulas pareciera ser que el error no está permitido ni por los alumnos ni por los docentes dentro del proceso de enseñanza y aprendizaje. El error causa angustia y estrés, si hasta los buenos alumnos tienen miedo al error y los profesores frente al error reaccionan de diversas formas acentuando la falta, penalizándola o corrigiéndola. Pero ¿será la mejor manera de abordar los errores sólo con la visión de faltas, obstáculos o fallas?. Será que este elemento reincidente en algunos casos más que en otros, pueda tomar un papel más importante que una simple instancia de equivocación que aparece en esa ocasión, tornando al agente afectado en un ser temeroso fundando ese temor en las consecuencia valorativas hacia su persona. Ahora bien, el error ¿podría transmitir información importante que vaya en directa incidencia en la regulación y por tanto mejora del aprendizaje del educando?.

Lo primero: aceptar el error y brindarle otro estatus:
Para que se genere un cambio sobre la visión del error hay que reconocer a éste como agente ayudador del proceso de enseñanza-aprendizaje, aunque sea difícil de admitir los errores son y serán necesarios. Nunziati señala: "si no hubiera errores que superar, no habría posibilidades de aprender" (Nunziati, 1990, citado en Sanmartí, 2000), con esta frase del autor queda manifestada la necesidad por atender el error en cuanto éste aparezca y no simplemente reaccionar de forma intencionada ocultando y repudiando el error por parte de alumnos y docentes.
A lo anterior la doctora Neus Sanmartí en su texto 10 ideas claves para evaluar se refiere al error como "el error es útil", rescatando al error de la generalidad en las escuelas en donde es considerado como algo negativo, en donde se ocupan un número no menor de estrategias de acciones defensivas para evitar la aparición del error, tal es el caso, en donde los alumnos al no sentirse seguros frente a la valoración de sus conocimientos, prefieren utilizar la estrategia de copiar antes de verse sometidos a acciones de errores que serán debidamente castigadas con la calificación emanada del agente evaluador.
O por otro lado, un docente al pensar que sus alumnos no serán capaces de resolver algún problema matemático o de desarrollo basado de una comprensión de lectura, o bien sabiendo que la gran mayoría de ellos desarrollarán las actividades con un mínimo de esfuerzo. prefiere buscar una que si esté a su nivel de rendimiento, desestimando antes de entrar a la clase si sus propios alumnos serán capaces o no, esto para evitar que procedan en algún error que dificulte su rendimiento académico, o que en otras ocasiones hace callar con mala cara a los alumnos que cuando se le pregunta, dicen algún disparate que hará evidente en ellos el miedo a responder nuevamente por temor a no acertar y quedar en ridículo.
En estos ejemplos, hubo indicadores claros que no fueron abordados .En el primer caso la débil preparación en algún contenido específico que no fue internalizado por parte del alumnado oportunamente para su mejoría y correcto aprendizaje, en el caso del docente la necesidad no atendida por permitir a los alumnos que durante el proceso exhiban ellos las oportunidades claras de equivocación con nuevas y desafiantes actividades de aprendizajes, en estos casos el error era claramente un elemento importante ya que se transformaría en el indicador de estos obstáculos.
Si estas anteriores situaciones fueran abordadas con la visión del error como medio ayudador para identificar los errores , claramente los resultados no habrían sido los mismos.

Se aconseja estimular la expresión del error haciendo alusión al ambiente propicio para que éste ocurra, un ambiente propicio para esto se basa principalmente en un clima de aula no amenazador, de forma que los que aprendan sientan que sus ideas van a ser escuchadas.
Se hace propicio analizar y recordar como se lleva a cabo el aprendizaje de un nuevo conocimiento en la etapa escolar, veremos que no se aprende simplemente por repetir miméticamente los conocimientos de los adultos, sino por el contrario, se aprende reconstruyéndolos a partir de las propias concepciones que tenga internalizado el educando, además de cómo perciba a través de sus propios sentidos que transmitirán al cerebro esta percepción que se abordará según la propia estructura del individuo para procesar esta información, por tanto, sabiendo esto, el nuevo conocimiento deberá adecuarse a esta estructura que tal y como se sabe en todo proceso de adquisición y consolidación de conocimiento se esta sujeto a la producción de errores, los que deberán ser abordados para el aprendizaje correcto de este conocimiento. Ahora bien ,¿Quién está llamado a producir este cambio en la adquisición del nuevo aprendizaje cuando se incurre en errores?.
Como ya anteriormente se estableció al error como un indicador de obstáculos con los que se enfrenta el pensamiento al resolver las cuestiones académicas, este indicador en primera instancia busca transmitir información relevante acerca de la producción y de los factores influyentes que están dando origen al error, por tanto, es necesario detenerse y abordar de manera inmediata esta información entregada. Será en esta etapa de reconocimiento del error que está afectando al alumno el reto del profesorado, no por corregir y acentuar el error como una manera de terminar con ellos, sino que el profesor deberá comprender las causas y hacer comprender al alumno las causas del error, ya que de esta forma se ayudará al alumno a que sea él quien identifique y autorregule su propio aprendizaje.

Autorregulación y aprendizaje:
Como el proceso de aprendizaje está ligado a la capacidad de autorregular lo que se aprende, quedando manifestado esto en los primeros años de la etapa escolar, en donde los alumnos necesitan que reiterativamente se les esté indicando como lo están haciendo y que el profesor les indique dónde están sus errores, para sentir una cierta seguridad en sus avances académicos. Ahora bien, para lograr un buen aprendizaje en toda la etapa escolar, se hace necesario que sea el propio alumno quien aprenda a identificar sus propios errores para su regulación, abordando el error en el momento que este sucede y no esperar a posteriori.
Estos alumnos exitosos desarrollan la capacidad de ser críticos de su propio aprendizaje, llevando a cabo diálogos hacia su propio proceso que les permitirá regular en el momento preciso la adquisición del nuevo conocimiento. Algunas de ellas serían:
¡Este resultado no me lo esperaba!
¿Después de hacer tal cosa, he de hacer esta otra?
¡Si utilizo este otro método creo que obtendré también un buen resultado!
¡Seguramente me he equivocado en esta parte!
Este diálogo, llevará al alumno a aceptar el error como algo normal dentro de su proceso de aprendizaje, ya que a través de la metacognición dará respuestas a estas inquietudes, no esperando que un agente le señale los errores y más aún, entregue las respuestas a éstos, teniendo en cuenta que sólo quien ha cometido los errores puede corregirlos. El docente, estará llamado ahora a proponer acciones que ayuden a los alumnos a autorregular su aprendizaje descentralizando así, el poder regulativo del profesor.

Conclusiones y/o proyecciones:
Si el error es un elemento tan antiguo y más aún, está presente y posible de suscitarse en cualquier acción del ser humano, por más que intente éste evitarlo, irremediablemente aparecerá en algún momento, más inclusive, cuando se presenta en circunstancias que buscan desestimar la acción de este elemento que obstaculiza el normal desarrollo del proceso, como lo es el de la enseñanza-aprendizaje, debería entonces abordarse con la conciencia y visión de que esto sucederá.
Ocultar las propias concepciones y prácticas de otros es lo que más impide aprender, porque se hace imposible poder recibir ayuda para la autorregulación.
Para que el error pueda tomar el papel de indicador, debe asegurarse en la escuela un clima que permita a los alumnos, expresar sus ideas por más que estas no estén en lo correcto, desechando en lo absoluto la consecuencia negativa que sancione la equivocación.
Se hace necesario que el profesor o profesora gestione la organización del aula, en donde permita un sistema en que los actores intercambien los papeles: los alumnos pueden actuar como profesores ya que los que tienen éxito pueden aprender de los que no lo tienen, y los profesores pueden aprender de sus alumnos lógicas de razonamiento erróneas y las estrategias para superarlas, estrategias que son propuestas y aplicadas por aquellos que están aprendiendo.

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