jueves, 18 de diciembre de 2008

UTILIDAD DE LAS METÁFORAS

Las metáforas resultan habitualmente muy útiles para entender el funcionamiento de algo que no conocemos, o describir una cosa muy clara y bellamente en pocas palabras.

Cuando aprendemos a usar las figuras retóricas, tales como las metáforas - que consiste en usar una palabra o frase en lugar de otra, estableciendo entre ellas una similitud no expresada - definitivamente enriquecemos una explicación, relato, poesía o discurso. La luna que expresa palidez, las manzanas a las mejillas, el león a la fuerza, etc. son metáforas comunes que todos hemos escuchado alguna vez.

No tenemos que buscar mucho para encontrar ejemplos de metáforas en la vida cotidiana. Desde expresiones como "llueve a cántaros", hasta "hervir de rabia", nuestro discurso diario está lleno de ellas.

Entonces, ¿por qué igualmente hay dificultades para desarrollar bien ciertas metáforas? Cuando se usan correctamente, son herramientas efectivas de descripción. Son una forma de variar el lenguaje y avivar la comunicación. Pueden dar una imagen vívida de lo que se quiere decir de forma más rápida que la definición, usando pocas palabras. Pero, como casi todas las herramientas literarias, son desastrosas cuando se usan incorrectamente, confundiendo al lector o llevando la atención a la falta de habilidad del escritor.

Los libros, están repletos de metáforas que crean una imagen mental rápida y atractiva, y además ayudan en ocasiones a construir el entorno de la obra. Es la imagen personal que tiene el escritor de la realidad, pues expresa una idea con el nombre de otra.

La base de la metáfora es la comparación. Se trata de un recurso literario que se forma cuando se toman dos elementos y se establecen semejanzas para crear una impresión más bella o descriptiva. Para hacer una comparación, siempre hay un nexo como: cual, tal, igual a, semejante, etc.

Para utilizar las metáforas es necesario aprender a crearlas. Hemos dicho que su base es la comparación, desde la cual se construye. Veamos un par de ejemplos:

Comparación: cabellos suaves como la seda. / Metáfora: cabellos de seda.

Comparación: Dientes blancos cuales perlas. / Metáforas: dientes de perla.

Al convertir la comparación en una metáfora, desaparece el nexo comparativo. Se elimina el elemento real, dejando el irreal.

La novena rima de Gustavo Adolfo Bécquer puede ejemplificar hermosamente lo que hasta aquí hemos explicado:
Besa el aura que gime blandamente
las leves ondas que jugando riza;
el sol besa a la nube en occidente
y de púrpura y oro la matiza;
la llama en derredor del tronco ardiente
por besar a otra llama se desliza;
y hasta el sauce, inclinándose a su peso,
al río que le besa, vuelve un beso.

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