A mi parecer, para un buen número de maestros, la educación es a menudo una aventura abocada al fracaso, esto es en buena medida por lo que comporta de conflicto y de colisión de intereses contrapuestos.
La colisión entre la obsesión por la palabra y el interés por la imagen es un nuevo ejemplo del desencuentro entre la escuela tradicional y las nuevas generaciones de alumnos.
El educador como mediador:
Los educadores están llamados a mediar, a conciliar polos opuestos. Por ello, un mediador es un conciliador en los conflictos, pero con unos matices diferenciales según los casos.
Si se aplica esta tipología de mediadores al campo de la educación, se descubre que existen diversas maneras de posicionarse como educador, que se corresponden con conceptos muy distintos de lo que significa serlo.
Además, a partir de las aportaciones del cognitivismo sabemos que al educador se le exige que responda a un perfil muy especial de mediador, por cuanto no sólo ha de ser capaz de resolver conflictos, sino también de crearlos. Y es que no puede haber aprendizaje sin conflicto cognitivo.
Por lo tanto, ser un buen educador comporta una habilidad motora específica, diferenciada, paradójica: por una parte, la capacidad de resolver los conflictos derivados de la divergencia entre los intereses de los educandos y las exigencias de la institución educativa y, por otra, la capacidad de crear en ellos conflictos cognitivos, de romper sus esquemas, etc.
La tecnología como mediación:
Tradicionalmente, la actitud de los educadores ante las tecnologías ha oscilado entre el recelo y la confianza ciega.
En la actualidad, algunos educadores creen haber encontrado en las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación la clave para poner en vías de solución el conflicto educativo.
Empero, una confianza ciega en el papel mediador de la tecnología lleva al fetichismo, este se traduce en la convicción de que basta que un mensaje pase a ser vehiculado por una tecnología para que se convierta en eficaz.
Aún así, la tecnología es la oportunidad que nos brindan los nuevos tiempos para recuperar de manera casi automática el interés de los alumnos por el aprendizaje.
La eficacia tecnológica en entredicho:
Para poner de manifiesto la inconsistencia del fetichismo de las tecnológicas, basta con pensar en el fenómeno del zapping televisivo. Su práctica generalizada demuestra que el hecho de que un mensaje sea vehiculado por una tecnología no garantiza el interés del receptor ni la eficacia comunicativa.
Las tecnologías no solucionan de por sí los problemas comunicativos.
Ya que, los efectos de las tecnologías dependen fundamentalmente de lo que éstas comunican y de la manera en que lo hacen.
Comunicación, tecnologías e interacción:
• El concepto de interacción permite ejemplificar las complejas relaciones entre tecnología y estilo comunicativo, y poner de manifiesto la importancia de este último.
• La comunicación implica diálogo, una forma de relación que pone a dos o más personas en un proceso de interacción y de transformación continua; además, implica la idea de transformación, cambio y movimiento.
Los medios de masas, al ser tecnologías unidireccionales, han servido a los intereses del poder, e inevitablemente relegaban al ciudadano al papel de simple receptor, de mero consumidor de mensajes prefabricados.
Aunque ahora, con el advenimiento de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación, dotadas de prestaciones que favorecen la interactividad, surge la oportunidad de recuperar la dimensión más rica del concepto de comunicación; pero, las tecnologías no lo harán por sí solas, ya que aunque pueden modificar profundamente el entorno, su uso está condicionado por él.
La historia de los medios está llena de ejemplos de invenciones técnicas revolucionarias, que son domesticadas por las rutinas o por los intereses del poder.
Probablemente, uno de los factores que más contribuye a impedir la revolución de las tecnologías es, junto a las presiones de poder, el hecho de no haberlas asumido en su especificidad, ya que la sociedad fuerza a los nuevos medios a desempeñar el papel de los viejos.
En lo que respecta a la escuela, las cosas no han funcionado de manera distinta y hasta, en algunos casos, con la llegada de las nuevas tecnologías el problema no hecho sino agravarse.
Hoy, en el ámbito de la educación, el problema no es, pues, tanto de tecnologías como de estilo comunicativo. Es decir, que la eficacia de las tecnologías en los procesos de enseñanza- aprendizaje está condicionada sobre todo por la efectividad del estilo comunicativo con las que se utilizan
Por eso creo que, hoy más que nunca es imprescindible adoptar un estilo comunicativo que saque el máximo provecho de la especificidad expresiva de cada medio. Y sobre todo un estilo comunicativo que se adecue a los cambios producidos por el nuevo entorno social en las nuevas generaciones.
martes, 21 de julio de 2009
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